El Panorama Energético de Venezuela: Entre Crisis y Oportunidades

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La situación energética de Venezuela es un microcosmos perfecto del drama geopolítico moderno: grandes reservas de petróleo atrapadas en una telaraña de sanciones, corrupción y rivalidades internacionales. En teoría, debería ser una superpotencia energética, pero la realidad refleja un país atrapado en un estado de «potencial eterno», como un estudiante brillante que nunca entrega la tarea.

Durante décadas, la petrolera estatal PDVSA fue la joya de la corona venezolana, pero hoy es más una carga que un activo. La producción ha caído de más de tres millones de barriles diarios en los años 90 a apenas 800,000 en 2023. No hay un culpable único; hay toda una constelación de decisiones políticas desastrosas, sabotajes internos y sanciones externas que han llevado al colapso de la industria. Sin embargo, en este tablero de ajedrez, las empresas estadounidenses aún tienen piezas en juego. Chevron, por ejemplo, ha mantenido operaciones bajo licencias cuidadosamente reguladas por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, lo que le permite extraer y exportar crudo en asociación con PDVSA. Aunque parece contradictorio, estas operaciones benefician tanto a Washington como a Caracas, una relación que bien podría definirse como «enemigos con beneficios».

La presencia de otras empresas estadounidenses, como Halliburton y Schlumberger, está limitada a operaciones de bajo perfil, pero su existencia es un recordatorio de que en la geopolítica, la economía nunca deja de abrir pequeñas ventanas, incluso cuando las puertas están cerradas. Los contratos con estas empresas no son altruistas; responden a una lógica pragmática: preservar activos y garantizar un mínimo de estabilidad en el sector para evitar que colapse del todo.

Lo irónico de esta situación es que, mientras Venezuela lucha por mantener su industria energética a flote, el mundo se mueve hacia la transición energética y las fuentes renovables. Pero, ¿quién necesita energía limpia cuando tienes petróleo sucio y un desastre diplomático que resolver? Es como preocuparse por decorar una casa mientras los cimientos se hunden.

Venezuela se enfrenta a un futuro incierto. Sus líderes, con aliados como Rusia y China, ven en los BRICS una oportunidad para escapar del cerco occidental. Sin embargo, ¿es esta una verdadera vía de salvación o solo otro espejismo? La historia ha demostrado que el petróleo puede ser tanto un bendito recurso como una condena perpetua.

Como decía un viejo comediante venezolano: «El petróleo nos dio riqueza, pero no sabiduría». Y aquí estamos, en un tablero donde las fichas de poder siguen moviéndose, pero el rey está cada vez más cercado. En un mundo que cambia tan rápido, ¿podrá Venezuela adaptarse a tiempo, o quedará como un testimonio más de cómo las riquezas mal administradas se convierten en pesadas cadenas?

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